Brillando desde baby

Mi fuerza, mi confianza y mi autoestima tiene parcialmente su origen en la gimnasia olímpica, fui a gimnasia desde los 6 años, me salí a los 10, la retomé un tiempo despues por períodos cortos de meses.
Realmente le echaba más ganas de niña, creo que por el puro gusto que me daba ser mejor cada vez, le echaba tantas ganas que me llevaron a competir a Guadalajara, me dan muchos nervios hacer cosas frente a mucho público, nunca me gustó eso del apoyo a gritos, me daban demasiados nervios y lo hacía todo mal. No recuerdo haber sido la mejor pero sí gané mis medallas, a demás ya haber ido a Guadalajara y que mi familia haya ido a apoyarme fue bonito, afuera del gimnasio vendían leotardos y yo vi uno que me super encantó, era un leotardo azul claro totalmente glitter, shiny, brillante y suave, ESE!
Tal vez no gané pero qué bueeeen leotardo, era perfecta la talla y la forma muy bonita también, lo empecé a usar muy seguido en mi regreso a las rutinas normales. 
Hacía como 4 horas de gimnasia todos los días, y soñada con mi nuevo leotardo.

Un día una señora que es de las mamás de mis compañeras se me acercó a decirme "que bonito leotardo", le agradecí y me dijo "le quedaría muy bien a mi hija, ¿dónde lo compraste?", ahí me sentí muy rara sinceramente, le dije que en Guadalajara a lo que puso una cara de disgusto y procedió a decirme "te lo compro, me gusta mucho para mi hija", cabe destacar que yo tenía como 8 años y era muy introvertida, me dio mucha pena pero después de una pausa incómoda pensé "pero los leotardos no se comparten, es como la ropa interior, no se pueden reusar, que asco", le dije que no lo vendía, claro! Era mi leotardo favorito!, la señora, una gringa con muchisimo dinero, me dijo "ay andale, te pago lo que quieras", le dije que no otra vez y me dijo "a demás tú eres morena, no te queda ese color, el azul es más como para mi hija que es rubia, combina mejor", yo no sabía lo que era el racismo o el clasismo, pero sí sabía que lo que estaba diciendo era una falta de respeto, yo muy orgullosa sin más le dije que no y me fui a seguir practicando y brillando duro con mi trajecito azul.

A veces me sorprende mi propio carácter, no quisiera nunca olvidar estas historias que me recuerdan mi propia fuerza, mi autovalor, el concepto que tengo de mí. Morena y con colores que no me quedan, pero bien puestos porque me lo gané, me fui a enfrentar al dolor de no haber sido la mejor, me enfrenté a la vergüenza de perder, a ir a una competencia donde no conocía a nadie, donde mi mamá no pudo ir porque estaba embarazada y divorciándose, donde mi vida había dado un giro porque mi papá se fue, enmedio de todo eso entendí que tenía derecho a estar feliz con lo mío, que no siempre se gana lo que se pretendía ganar, a veces las ganancias más allá de las medallas son más valiosas. 

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