Amor propio

Me acuerdo cuando estaba tan de la vrga mi autoestima que pensaba "si este wey no me quiere, seguro ninguno lo hará", me escogí un hombre mediocre porque no pensaba que alguien mejor pudiera querer a alguien como yo.

La sociedad todo el tiempo nos presiona a tener pareja, nos presiona a ser "nuestra mejor versión", pues pobre de ti con que no seas una excelentísima versión de ti, de ese modo "nadie te va a querer", nos dicen "ese hombre mediocre te lo generaste por ser mediocre tú", entre otras enseñanzas que nos van jodiendo el alma, y nos lleva a estar hartas de nunca poder encajar con ese estándar de "la mujer perfecta" porque esa es la única que "se merece que la amen BIEN".

El amor no depende de esas mamadas, yo puedo ser un día excelente y al día siguiente amanecer con una pinche depresión que me lleva a una mente totalmente imposibilitada de alcanzar ni si quiera para un rendimiento promedio en ningun área de mi vida, según la lógica de estas enseñanzas, yo de plano estoy condenada a jamás conocer "el amor".

Conocer el amor es como conocer a Dios, es casi imposible, nunca tienes las suficientes pruebas para demostrar su existencia. No hay forma de sentir más genuina su presencia como cuando lo practico para mí, pues es ahí donde veo reflejados los resultados de la lucha. Hay muchísimos más problemas que joden nuestra autoestima que los que "nos generamos nosotras solas siendo mediocres", muchas veces esas autoestimas han sido moldeadas por personas mayores que se supone que debían enseñarnos a amarnos y nos enseñaron a odiarnos, que nos hicieron daños que provocan condiciones muy difíciles para nuestro desarrollo cerebral sano, la mente es muy frágil, y aunque ya no hay mucho que hacer para cambiar el pasado, sí podemos hacer algo en el presente para arreglar lo que se quiera arreglar internamente, y así poder aspirar a conocer día a día al amor desde el amor propio, desde esa guerra interna de autoconocimiento, autoaceptación, autocuidado, de confrontar a nuestra obscuridad o nuestro ego y en vez de dejarle el timón que nos lleva a creerle a esa gente que nos exige luz absoluta y perfección, tomar el mando y simplemente ser con todo lo que somos, y transformar esa guerra en paz interna.

No necesito a ningún hombre, no necesito el amor de nadie en particular, no le debo a nadie el ser mujer, ni lo que se supone que las mujeres debemos ser, no les debo ser excelente, ni perfecta, y no les debo amor. 
El amor que se manifieste en mi vida lo agradezco, pero siempre recordando que el que verdaderamente importa es el que viene desde adentro. 

Comentarios

Entradas populares