No perdones a tu agresor

Entre más me he adentrado en pensamiento crítico sobre la espiritualidad miro eventos del pasado y me alegra mucho haber sido capaz de elegir otro camino que no fuera el que culturalmente sea bien visto, me da gusto desde esa perspectiva haber decepcionado a la gente. Ejemplo.

Hablo en el último capítulo de las Brujas Blasfemas sobre una eventualidad violenta, en donde viví violencia patrimonial y económica (que por cierto que orgullo sentí cuando describiendo la situación la Bruja Sapo las supo identificar y nombrar perfectamente), cuando quise poner un límite a esa violecia significó que quien la estaba ejerciendo perdía privilegios y poder sobre mí, perdería la ilusión que mantenía sosegado su ego porque ya por tener "más dinero" se sentía superior a mí y esa estructura jerárquica le mantenía conforme.

Evidentemente todo se descontroló con el reclamo de respeto y ante la pérdida de ese terreno que creyó firme y seguro para pisar que se estaba desmoronando la persona comenzó a usar violencia emocional psicológica en un acto desesperado por seguir teniendo "el control" o "el poder" sobre mí.

En mi adoctrinamiento católico se me ha dicho que como mujer mi deber es callarme, es ser buena, amable, no debo enojarme, debo ser misericordiosa como Jesús y como Dios, ser recatada, obediente, pero sobre todo se insiste muchísimo sobre la cultura del perdón. En cada misa una va a que le perdonen, a que se le renueve la pulcritud ante haber pecado, que se le expíen las culpas en un ritual que se repite y se repite, no importa cuánto pecado cometas de todos modos Dios en su infinita misericordia siempre va a perdonarnos porque nos ama.

Que gran mamada sería intentar aplicar eso a la vida real. En esta explosión de violencia la persona tuvo la osadía de decir que "esperaba ternura de mi parte".
Ya he escrito sobre las absurdas expectativas de la sociedad sobre nuestra postura como feministas de la ternura radical, pero esta vez quiero mirarlo desde esta postura absoluta de negarme al perdón, Satanás estaría orgullsx XD

Pecaaaaaaadooooo absoluto no perdonar a las personas, destrucción absoluta de uno de los principios a mi parecer más importantes del dogma religioso en el que crecí, la que no perdona o trata con extrema bondad a sus agresores es... uts.. Mala, egoísta, loca, extremista, radical, estúpida, pecadora, grosera, altanera, subversiva, uuuh... La lista es larga.

No me queda más que agradecerle a mi diabla interna que se reveló contra sus dogmas y se negó absolutamente a encajar en lo que se esperaba de mí desde una sociedad que podrá dárselas de muy "anti religión" pero que en sus prácticas culturales regulares sigue ejerciendo y reproduciendo los dogmas que nos ha implantado la iglesia, en las estructuras sociales que nos ha impuesto, siguen absurdamente esperando esos valores de personas abiertamente anticlericales.

Podrán seguirse victimizando bajo la cultura y principios que la Iglesia católica nos ha construido y eso nuevamente le apaciguará el ego a quien finque sus sistemas de creencias en esas estructuras, incluso cuando digan que no lo hacen, no hay nada más fácil que andar quemando a una mujer porque "fue mala" según el sistema de creencias católico que nos obliga bajo coerción a perdonar todas las violencias que vivimos, no sólo en un perdón interno, sino en un perdón que le quite "la culpa", más bien quite la responsabilidad del agresor, pero sobre todo que obligue a las personas a seguir bajo el sometimiento de la este.

Quien me violenta sepa que JAMAAAAAS va a obtener un trato bondadoso, misericordioso, amable, TIERNO de mi parte, jamás. Prefiero que me condenen al infierno jajaja literalmente, antes que dar la otra mejilla, aunque signifique dejar de asemejarme a Dios, nunca jamás permitiré que ocupen mi bondad, mi empatía, mi capacidad de dar amor para abusar de mí, y ahora que soy consciente jamás permitiré que ocupen los fundamentos eclesiásticos para manejarme al antojo de quienes no están dispuestxs a una convivencia libre de violencia, que no se pueden sostener porque caen bajo sus propias incongruencias y entonces se quieren agarrar de lo que sea con tal de que su ego esté conforme no importa a quién aplasten a su paso.

Que bueno que lloriqueen y se decepcionen, al final mi recompensa no será en el cielo, mi ganancia es en el vivir libre aquí y ahora, en la satisfacción de una autonomía espiritual, de una congruencia que se construye abandonando el terreno cultural conocido para experimentar la vida de otra manera, traspasando los miedos y deconstruyendo estructuras de control como el perdón religioso.

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