Historia colectiva 1

Despertó en la mañana, más temprano de lo normal con un hoyo en el estómago, estaba mareadx y con ganas de vomitar, fue al baño aún sin saber si estaba despiertx o seguía en realidad soñando, abrió la puerta y En efecto. Estaba despiertx. No había duda después de que la gran tristeza que llevaba días viviendo en su ser se apoderó de su cuerpo nuevamente segundo a segundo. 

Después de recordar que ese hueco en el estómago venía de mal alimentarse hacía más de una semana , pero no le importaba porque ningún hueco se sentía más grande que el que en ese momento invadía su corazón.

Entonces, cuando despertó al 100%, inesperadamente... Escuchó el sonido del caer de unas ollas en la cocina, como llevaba días en un total abandono no le tomó importancia, puesto que creyó que la pila de trastes sucios había colapsado.

De nuevo se escuchó un ruido en la cocina, pero esta vez eran pasos, que tenían un sonido viscoso, y se oían cada vez más fuerte. 

Salío del baño y corrió al cuarto, puso  seguro a la puerta y apretó su boca con sus manos, mientras sus pupilas se dilataban. A los pocos minutos el sonido cesó , entonces decidío salir pero al acercarse a la puerta miró, que por la parte de abajo comenzó a entrar en la habitación un líquido extraño, y  que emanaba un olor fétido el cual penetraba totalmente en su nariz.

La puerta comenzó a vibrar y...Podía sentirlo, esa vibración recorría desde la puerta hacia su cuerpo, olvidó el hambre, olvidó la tristeza, solo sentía pánico. 

La puerta se detuvo, ahora solo podía escuchar su propia respiración, y su corazón latir, su corazón... 
Su corazón?
Ciertamente algo latía con fuerza, pero era el corazón del otro lado de la puerta.
Algo también, respiraba... Podía sentir el líquido viscoso llegando a sus dedos de los pies, podía escuchar moverse la perilla de la puerta

- QUE QUIERES DE MÍ! - le gritó a lo que estaba ahi...Ahí estaba él, exactamente como lo había dejado la noche anterior aparragado en un rincón del diminuto baño. Lo había encontrado antes de llegar a casa del trabajo, solo, cansado y mojado por la lluvia que caía. Casi creyó que con sus negros ojos le pedía ayuda. Lo tomó del piso, no sin un poco de resistencia, lo escuchó gritar un poco apagado un poco a la fuerza porque que dirían los demás sí lo veían dejarse tomar sin pelear aunque sea sin ganas. Mientras conciliaba el sueño pensaba lo bonito que sería quedárselo, escucharlo todas las mañanas, darle de comer, tener una cosa tan bella para ella sola, ser su dueña. Es ese impulso humano de querer ser el único, de poseer, de ser egoísta el que lo ensucia todo. Ahora, con luz de día y mientras abría la ventana del baño pensaba “no hay mejor lugar para un ave que la libertad” 🕊


Historia colectiva por:
Ana Benítez 
Ani Velvet
Sasil Leirana
Paola Rodríguez 
Ros Luna

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